Un asno llego a su casa muy contento, feliz y
orgulloso; su madre le preguntó ¿porqué estas tan contento hijo? – madre, hoy
cargué a un tal Jesucristo y cuando entramos a Jerusalém todos me gritaban
VIVA. VIVA, OH SALVE, VIVA… y me lanzaban flores y ponían palmas bajo mis pies
como alfombras. Su madre entonces le dijo: “vuelve mañana a la ciudad pero esta
vez entra en ella sin cargar a ninguno”.
Al día siguiente el burro partió a la ciudad y
cuando regresó a su casa venía llorando u muy triste. Madre, madre exclamó, hice
lo que me dijiste y pasé desapercibido entre las personas, nadie se fijó en mi
y hasta me corrieron de la ciudad. Entonces u madre, lo miró fijamente, y con
voz consoladora le dijo: “Hijo, date cuenta que tú sin Jesús eres solamente un asno”