Científicos Desconcertados por
las Leyes de la Naturaleza
¿Cómo funciona el universo – por qué son las leyes de la naturaleza tan constantes? ¿Por qué están desconcertados los científicos?
Las leyes de la naturaleza no sólo
aplican a la Tierra. Nuestro universo entero sigue las mismas leyes. Y dichas
leyes nunca se cambian.
El café caliente que dejas sobre la mesa siempre
se va a enfriar. La gravedad es estable, jamás al azar. La velocidad de luz es
constante. La Tierra da una vuelta en 24 horas. (Esto es tan preciso, que
sabemos el año cuando tenemos que agregar un segundo a nuestro reloj mundial
para mantenerlo actualizado).
¿No te parece raro que nuestro universo sea tan
ordenado? ¿Por qué es así?
El cosmólogo Sean Carroll comenta, “Una
ley de la física es un modelo que la naturaleza obedece sin excepción.”
Hoy en día, los científicos dan por hecho la
idea de que el universo opera según leyes. Toda la ciencia está basada en lo
que el autor James Trefil llama el principio de universalidad: “Dice
que las leyes de la naturaleza que descubrimos aquí y ahora en nuestros
laboratorios son verdaderas en todas las partes del universo y han surtido
efecto desde siempre.”
Pero hay más; mientras los científicos anotan lo
que observan, frecuentemente no sólo están utilizando palabras y párrafos. Las
leyes de la naturaleza pueden ser documentadas con números. Pueden estar
medidas y computadas en el lenguaje de las matemáticas.
Los mejores científicos se han sorprendidos por
lo raro que es esto. No hay necesidad lógica para un universo que obedezca las
leyes, mucho menos uno que cumpla las reglas de las matemáticas. La velocidad
de luz siempre es 299 792 kilómetros por segundo, sin importar si la luz viene
desde la lámpara de un niño o de una estrella que está varias galaxias a lo
lejos.
El físico Eugene Wigner confiesa que el
fundamento matemático de la naturaleza “es algo que se limita con lo misterioso y no
hay una explicación racional para ello.” Richard Feynman, un ganador
del Premio Nobel en electrodinámica cuántica, dice, “Por qué la naturaleza es
matemática es un misterio…El hecho de que hay reglas en lo más mínimo hace de
esto un milagro.”
Este asombro viene del reconocimiento de que el
universo no tiene que comportarse de esta manera. Es fácil imaginar un universo
en el cual las condiciones cambien espontáneamente de un instante a otro, o aún
un universo en el cual las cosas comiencen y dejen de existir. En vez de eso,
los científicos se aferran a su fe en la racionalidad fundamental de los cosmos
desde hace mucho tiempo.
El físico Paul C. Davies comenta, “…para
ser científico, tienes que tener fe en que el universo es gobernado por leyes
confiables, inmutables, absolutas, universales, matemáticas de un origen no
especificado. Tienes que creer que estas leyes no van a fallar, que no vamos a
levantarnos mañana encontrando el calor corriendo desde frio a caliente, o la
velocidad de luz cambiando cada hora. Durante los años he preguntado
frecuentemente a mis colegas físicos, ¿por qué las leyes de física son como son?
… La respuesta preferida es, ‘No hay razón para ser lo que son—simplemente
son.”
A pesar del paso del tiempo, estas leyes
permanecen consistentes. Las mismas leyes de la naturaleza que encontramos en
la Tierra también gobiernan una estrella que está a mil millones de años luz.
Un nuevo estudio confirma, “Uno de los números más importantes en la
física, el índice de masa protón-electrón, es el mismo en una galaxia que está
a seis mil millones de años luz que aquí en la Tierra, según una nueva
investigación, dejando atrás la discusión sobre si las leyes de la naturaleza
varían en lugares diferentes del universo.”
Todo en
la ciencia moderna corresponde a la creencia de que las leyes racionales
existen en el universo. La categoría principal de los científicos modernos que
impulsaron la exploración y descubrimiento de estas leyes eran hombres y
mujeres que creían en la existencia de un Dios todopoderoso. ¿Por qué? Ellos
imaginaron que el universo seguía las leyes correspondiendo con la racionalidad
y majestad de Dios el creador. Como Dios es consistente, invariable, hay una
naturaleza constante en la ciencia. Ellos creen que Dios hizo el universo para
funcionar según leyes, según la razón divina y con una belleza gloriosa.
Esto es bastante diferente de las personas que
creían en varios dioses, cada uno afectando al universo por su propio capricho
o temperamento. En sociedades politeístas, los dioses eran inconsistentes e
inaccesibles y la naturaleza fue gobernada por dioses que no se pueden conocer.
El universo se comportaba, según lo que pensaban, de acuerdo a un misterio al
igual que sus dioses, sin pensar mucho que podría ser diferente. El concepto de
un universo ordenado, inteligente, uno que se puede descubrir, y que es
racional y predecible, simplemente no estaba en su visión del mundo.
Seguidores de Cristo, al otro lado, creían que
Dios es racional, sabio y dispuesto a darse a conocer, quienes lo han visto
mostrándose en Jesucristo. En toda la biblia hay declaraciones como:
“Porque lo que se conoce acerca de Dios es
evidente dentro de ellos, pues Dios se lo hizo evidente. Porque desde la
creación del mundo, sus atributos invisibles, su eterno poder y divinidad, se
han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado.”(Romanos
1:19-20)
Los mayores avances de ciencia moderna vinieron
de personas que creían lo que dicen las Escrituras sobre el Señor:
“Todo ha sido creado por medio de Él y para
Él. Y Él es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen.”(Colosenses
1:16-17)
Ellos creían que Dios creó todo y que lo ordenó
en una manera racional, para el beneficio y descubrimiento del ser humano, y
para la gloria de Dios que podríamos reconocer su poder y majestad mientras
observábamos sus grandes hechos de la creación. “Newton y sus contemporáneos
creyeron que con hacer ciencia ellos estaban descubriendo el plan divino para
el universo en la forma de su subyacente orden matemático.”
Algunos
científicos destacados cuyos trabajos fueron motivados por su fe son:
Copernicus, Kepler, Galileo, Brahe, Descartes, Boyle, Newton, Leibniz,
Gassendi, Pascal, Mersenne, Cuvier, Harvey, Dalton, Faraday, Herschel, Joule,
Lyell, Lavoisier, Priestley, Kelvin, Ohm, Ampere, Steno, Pasteur, Maxwell,
Planck, Mendel.
Estos científicos se convencieron de que Dios
creó un universo magnifico que podría ser medido matemáticamente, lo cual les
llevó a descubrimientos precisos y valiosos. Esto llevó a descubrimientos como
la tercera ley de Kepler que dice que el cuadrado del tiempo en el que da una
vuelta un planeta es proporcional al cubo de su distancia promedio al sol.
¿Cómo alguien puede haber llegado a esa conclusión? Kepler lo hizo, en gran
parte porque estaba convencido que tenía que haber una hermosa relación
matemática que estaba escondida y esperando a ser descubierta—puesta ahí por un
Dios ordenado cuyo intelecto es mucho más grande que el nuestro.
Hoy en día, aún los científicos más seculares
presumen que la naturaleza se incorpora no sólo en orden, si no también
simplicidad y hermosura.
La pregunta al fondo de las búsquedas
científicas es legítima…¿por qué es el universo ordenado? Para muchos físicos,
cosmólogos y biólogos, quienes sentaron las bases de la ciencia moderna, había
una respuesta clara: existe un Creador de todas las cosas, quien es el racional,
amante Dios, quien constantemente se presenta ante la humanidad, y sostiene al
universo con su propio poder. (Hebreos
1:1-3; Colosenses 1:16-19; Juan 1:1-5; Isaias 40-66).